Caprese... lo que quieras!


Pero qué combinación majestuosa que han logrado los amigos de Capri (Italia), verdad?
Y es que de allí proviene, y por eso su nombre, éste triplete de sabor. Que ya no es sólo una ensalada, que ya no es un simple gusto para la pizza. Es algo que además de salvarte el día, por su sencillez y versatilidad, es realmente saludable y delicioso. 
Porque como siempre le podemos poner nuestro toque y aún así conservará su autenticidad.
De qué consiste éste trío dinámico? Bueno, TOMATE - QUESO - ALBAHACA.
Y a partir de ahí todas las combinaciones posibles con los complementos que gustes. Pero ojo, con cuidado de no opacar el sabor característico... vamos a ver qué podemos inventar.

Para el tomate tenemos bastantes variedades, y si quieren conocer los beneficios de ésta fruta (sí, es una fruta) entren aquí. En nuestro país los que van a encontrar generalmente son el tomate "común" o Bella Rosa, tomate Cherry y tomate "perita".
Si es de los grandes cortado en cubitos, y si es Cherry entero nomás o a la mitad para que largue el juguito.

Bueno, el queso tendría que ser un post aparte pero bien sabemos toooodas las posibilidades que hay, en teoría ésta receta es con queso muzzarella, el favorito mundial, pero por acá también preferimos otras variedades... dambo, magro, fontina, cuartirolo! Con éste último la gloria.
El queso puede ir en cubos, en tiras, incluso rallado o derretido.

Y por último, el ingrediente verde, la albahaca, las hojas chicas enteras o a penas cortadas a mano las más grandes. Podríamos incluso hacer el cambio de albahaca para rúcula pero no es sólo bastante subversivo sino que ya sería otro concepto.

Luego aderezamos con aceite (de oliva o alto oleico de girasol son lo más comunes por acá), sal y si gustan un poco de vinagre aunque ya cambia el gusto y opaca el sabor general y el aroma de la albahaca, pero unas semillitas de sésamo no vendrían mal... o incluso un poco de chía remojada.

La ensalada base sería esa, pero ésta genial combinación de sabores se lo podemos agregar a otra cosa, por ejemplo a fideos o arroz o algún otro carbohidrato para reforzar. (Papas?)
También podemos agregarla como gusto en una pizza, o como relleno de una crepe, una fajita, o de una empanada. Incluso una tarta caprese.
Sino simplemente en un sandwiche o bruschetta (tostada de pan al horno rebozada con ajo especias y aceite, con diferentes ingredientes por arriba).

¿A Uds. cómo les gusta más?

¡Bienvenidas más ideas para ésta tríada genial! 

Cookies de avena, manzana y canela

Bueno, galletitas no? Pero para que no hubiera dos entradas con las primeras dos palabras iguales, a éstas les llamé así... además sin ningún sentido culinario seguramente, no sé por qué asocio las galletas dulces más bien chatitas, como "cookies". Como la típica cookie norte-americana. 🍪
Y tenemos otra similitud con aquel post, porque éstas también son sin harina!
No puedo afirmar que no tengan gluten, porque además de ser un tema controvertido, o mejor dicho en estudio aún - de si la avena genera o no los mismos efectos que el trigo y sus derivados en los celíacos - no tengo conocimiento si ésta y los demás ingredientes que utilicé fueron procesados en un lugar que sí procesa otros alimentos con gluten, por lo cual se genere una contaminación cruzada del mismo.
Aclarado ésto, les cuento como las hice y como quedaron... (vean también como fueron asaltadas!)



Usé:
* 3 tazas de avena
* 1 taza de fécula de mandioca (o bien puede ser de maíz)
* 1 taza de azúcar (rubia, morocha, pelirroja, la que quieran... teñida no, eso sí) 😏
* 1/4 taza de coco rallado
* 2 huevos
* 1/3 taza de aceite de coco (puede ser el que gusten/tengan)
* 1/3 taza de leche (vegetal/animal o agua/jugo de fruta)
* 1 manzana rallada (roja usé pero uds. eligen el color)
* 1 cucharada de polvo de hornear (o bicarbonato de sodio)
* 1 cucharada de canela en polvo
* 1 cucharadita de vainilla

Mezclé lo húmedo por un lado y lo seco por otro.
Uní. Y dejé un rato en la heladera (10 minutos aprox.)
Coloqué cada una con la ayuda de dos cucharas medianas en asadera pre-calentada con aceite y avena esparcida.
Espolvoreé sobre las mismas una mezcla de azúcar y canela.
Metí al horno medio por 20 min.
Salieron como 30 unidades.
👌
¡Disfruten!

PD/ Hay novedades en la sección crianza consciente... espero sus comentarios! 😉💛

La paciencia

Si hay algo en lo que tuve que trabajar (entre tantas otras cosas) cuando me hice madre, y sigo trabajando, fue en la paciencia.
Paciencia conmigo misma. Paciencia con el padre de la criatura. Paciencia con el entorno.
Y por último paciencia con mi hijo. Sí, en ese orden, decreciente en cantidad. No en prioridad.

Paciencia a mis cambios de humor, desde el embarazo, desde incluso la concepción, o antes... paciencia en "esos" días, a partir de los cuales una mujer puede empezar a vivir con la posibilidad de ser madre. Auto-paciencia. Tratando en tantos momentos de aguantarme, de esperar a que se me pase, de aceptarme y esperarme.
Paciencia a mis incongruencias, paciencia incluso a mi falta de paciencia.

Paciencia con quien comparto la vida, día a día, noche a noche... para evitar roces, para evadir conflictos (o por lo menos algunos, los innecesarios), para tomar decisiones, para ponerse de acuerdo. Paciente y tolerante, que hay otro que es diferente, que tiene otras necesidades, otros puntos de vista. Paciencia que hay mucho en común pero también de lo otro.
Siempre y cuando dentro de lo tolerable claro, y construyendo desde el amor, en pareja aprendemos cada día (o deberíamos!) a esperar al otro, a entender sus razones, a aceptarlas, a veces (y capaz que sólo a veces) a ser pacientes frente a lo que el otro hace que simplemente es diferente a como lo hacemos nosotros.
Paciencia mutua, obvio. Y acá sí que mejor no cuantifico.

Paciencia frente al mundo, con el afuera, con quienes "por tu bien" te aconsejan, te exponen sus experiencias cual verdades absolutas. O no. O te dicen como debes ser o hacer algo, con nula observación, por simple tradición, con cero consciencia. Y allí está uno, tratando de no salirse de sus cabales y de la manera más amable posible, decirle: Gracias, pero no.
Aunque a veces no es tan fácil, y ahí volvemos al punto de partida para tenernos paciencia a nosotros mismos, a veces incluso mejor dicho para que ellos la tengan con nosotros.

Y finalmente - aunque en primer lugar siempre - está ese ser, ese pequeño gran ser. Ser humano, igual que uno (al que seguramente alguien le tuvo mucha paciencia). Ser humano en construcción se podría decir. Un pequeñito que ayudo, y me ayuda a crecer, aunque en otro sentido.
Con el cual en repetidas ocasiones he tenido que tener mucha paciencia. Y no voy a mentir, mucha pero mucha. He querido tenerla.
Pero por qué? Por qué no elegir el camino rápido y fácil? Por qué no seguir un par de consejos y listo?
Porque no. Porque no entiendo otra manera de criar, que no sea con paciencia.
Con amor. Con respeto. Y con mucha paciencia. Que al final también es amor, también es respeto.
Paciencia en sus procesos; emocionales y fisiológicos, paciencia en la adquisición de su personalidad, paciencia en el establecimiento de ciertas normas o límites, necesarios no inventados por una sociedad que suele no tenerle paciencia a los niños, paciencia al explicarle la verdad de tantas cosas, y la verdad acerca de por qué no queremos que hagan determinadas cosas, que no son muchas pero que todas implican un respeto a su integridad y a la de los demás, así como algunas normas sociales que bueno, tenemos que doblegar... Y paciencia al comunicarle todas esas cosas.
Sobre todo por las veces, sobre todo por el modo.
Sin duda se precisa mucha paciencia, y confianza, en la naturaleza que no es tan poco sabia y en ellos mismos que muchas veces nos sorprenden más de lo que pensamos. Con su ternura, su sencillez y humildad, con su lealtad y pureza.
Si después de todo tenemos paciencia con tantas personas - nuestros amigos, nuestros padres, nuestros jefes, nuestros colegas, nuestros vecinos - por qué no vamos a tener paciencia con lo más sagrado?
Porque además y es bastante sensato admitirlo, también nuestros hijos, tienen a diario mucha paciencia con nosotros. Más de la que percibimos.
Porque ellos también están tratando de entendernos y entender el mundo al que los trajimos, bastante confuso por cierto. Bastante impaciente digamos.



“Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.”
El Principito - Antoine de Saint-Exupéry

La culpa

Inauguro éste espacio, medio terapéutico - medio informativo, con un temón... léase con moderación, abiertos mente y corazón, opinen si gustan. ¡Bienvenid@s!

Se habrán escrito cientos de artículos sobre éste tema, este gran tema, este y la maternidad.
Y de su relación. He leído algunos, unos desde adentro otros desde afuera, pero hoy no vengo a traer los porqués, las razones, los orígenes, sino simplemente a hablar de ésto. Bueno, a escribir.
Tratando de no entrar en detalles, pero haciendome entender, generando empatía, como si realmente cualquier lector pudiera sentirlo. Aunque cómo todo y sé que suena bastante cliché "hay que vivirlo". Si sos madre seguro lo viviste, lo vivís, por mínimo que sea, por más segura que seas. Algunas somos un poco más exageradas, otras lo disimulan muy bien, algunas se convencen y otras se intentan convencer.
La culpa está ahí y aunque no sea toda nuestra, nos la apropiamos más que cualquier otra cosa.
Culpa. Por no dar lo suficiente, por dar demasiado, por estar muy presente, por no estar lo necesario, hasta por estar y no estar al mismo tiempo.
Por querer ser mejor y no auténtica, por ser auténtica y no mejor.
Por descuidar. Por cuidar. Por no saber bien la diferencia.
Por hacer las cosas "bien" y por también hacerlas "mal".
Por hacer caso a lo que te dicen. Por no seguir ni un consejo. 
Por querer que: se duerman, coman, jueguen solos, hagan "caso", dejen la teta, los pañales, nuestra cama. Y culpa porque: no se duermen, no comen, no pueden jugar solos, no hacen o hacen demasiado caso, necesitan la teta, los pañales y el calor de nuestra cama.
Porque todo es nuestra culpa. Y también culpa por esto mismo, por sentir culpa.
Culpa porque a veces no sentimos culpa.
Y ni entremos en detalles. Culpa desde el vamos, por buscarlo o no buscarlo.
Por parirlo por adelantado.
Por no dar la teta. Por dar "demasiado".
Por mandarlo a su cuarto. Por colecharlo.
Por usar cochecito y no haberlo porteado. Por haberlo mal-porteado.
Por no darle caramelos. Por darle para chantajearlo. Por hacerlo vegetariano.
Por haber caído con el payaso.
Y culpa por lo que podría pasar. Culpa por las dudas. Porque seguro será (en parte) nuestra culpa.
No puedo evitar detenerme a pensar, motivos evolutivos conservados, memorias inconscientes, traumas familiares, vidas anteriores, religiones, tradiciones o la propia crianza.
Y otra vez culpa, por criar en la culpa.
Aunque dicen que ya el hacernos conscientes ayuda. Eso espero.
Al final ser madre era mucho más complicado de lo que pensaba, porque encima de todo lo tangible, lo orgánico, lo visible. Está todo esto que no se ve, que no se sabe, que debe indagarse, cuestionarse, concientizarse.
Aun así no lo cambio por nada, ni por las grandes o mínimas culpas, porque más allá de que un día conocemos a la personita más increíble y todo lo que eso implica... es la oportunidad para el más grande viaje de auto-conocimiento que puedas hacer jamás, y eso seguro tiene que ser muy bueno.
No sólo para uno, ni para dos sino para el mundo.




Fainá rápido de brócoli

¡Hola! Tanto tiempo... acá vengo finalmente con una recetita que surgió de la improvisación y el aprovechamiento de los recursos disponibles, más las actividades findeañeras varias para las cuales había que llevar algo para compartir y teniendo en cuenta uno de los tantos datos aprendidos en el curso de cocina saludable que realicé y que les conté acá, se acuerdan?
Voy a intentar pasarles algunos "piques" más del mismo, así como de a poquito alguna que otra receta de un gran manual que nos dieron.
En ésta ocasión les cuento, aunque tal vez algunos ya lo sepan, que las verduras en su mayoría son mucho más aprovechables en cuánto a nutrientes si no las hervimos o las comemos los más crudas posibles, obviamente las cuales su textura/consistencia nos lo permita... y ésto mucho más si además es algo que luego vamos a hornear por ejemplo. Yo solía usar algunas verduras previamente cocidas para que fueran más fáciles de procesar o mezclar pero de verdad no es necesario y el gusto es mucho más disfrutable... y seguramente bioquímicamente estén sucediendo cosas buenas también. Si no confiamos en la ciencia, en quién? jeje
Dicha teoría la comprobé cuando al no llegar en tiempo y forma a una merienda compartida, usé un brocoli crudo. 
Hay muchas verduras y frutas que podemos licuar o procesar directamente si es que las vamos a hornear luego, simplemente agregamos un poco de líquido a la mezcla (agua, leche, aceite, jugo de fruta, etc) para facilitarlo y listo. 
Así evitamos mayores pérdidas de vitaminas y otros nutrientes, además de realmente realzar el sabor de las comidas o simplemente saber cuál era el verdadero sabor.
El brócoli en particular es extremadamente beneficioso para un sinnúmero de cosas... es una de las denominadas "superverduras" o "alimento medicina". Se destaca por su alto contenido de fibra, vitamina A y C, potasio y sus propiedades anti-cancerígenas. Vean aquí más info.
Y es aquí que les traigo éste descubrimiento que nos ha agregado como familia un moooontón de tiempo extra, ni que hablar del aroma del hogar! (Aunque sí no les queda otra cocerlo, como puede ser para una ensalada, les aconsejo lo hagan con un trocito de limón... sus narinas agradecidas!).



Lo hice más o menos así, como siempre sepan que le pueden dar su toque personal sin miedo, les aseguro les quedará más deli aún.

Usé:
* 1 ramo de brocoli crudo
* 2 cucharadas de queso magro de untar
* 1/3 taza de aceite y un poquito más para la asadera
* 2 huevos
* 1 taza de quinoa cocida o avena remojada
* 1 diente de ajo pequeño (sólo si gustan)
* Sésamo en cantidad suficiente (siempre quise usar ésta expresión misteriosa...)
* 1/3 taza de leche o agua
* 1 taza y media de harina
* 1 cucharadita de polvo de hornear

Licué el brócoli cortado en trozos bien pequeños, junto con todo lo que no es harina ni polvo de hornear ni sésamo.
Lo obtenido lo mezclé con la harina y el polvo de hornear.
Coloqué en asadera aceitada y precalentada.
Espolvoreé con sésamo.
Horneé durante 30 min aprox en horno de moderado a alto (estaba apurada...).

Se degustó lindo por grandes y chicos, creanme...

¡Que tengan un lindo comienzo de año!